La misericordia es el único camino

La misericordia es el único camino

Evangelio según San Lucas 6,36-38

En aquel tiempo dijo Jesús: Sed compasivos, como también vuestro Padre es compasivo. No juzguéis a nadie y Dios no os juzgará a vosotros. No condenéis a nadie y Dios no os condenará. Perdonad y Dios os perdonará. Dad a otros y Dios os dará a vosotros: llenará vuestra bolsa con una medida buena, apretada, sacudida y repleta. Dios os medirá con la misma medida con que vosotros midáis a los demás.

Comentario del Evangelio

¡Qué hermosa es la misericordia! Pocas cosas en el mundo tienen una hermosura parecida a ese arte divino tan extraordinario que es la misericordia. Es capaz de iluminar el mundo, de rescatarlo de su oscuridad irreversible, de sacarlo de la tristeza de la maldición y llevarlo a la alegría de la bendición. Pero ejercer la misericordia es un arte difícil. Nos pide una victoria sobre nosotros mismos, sobre nuestro narcisismo, nuestro orgullo, nuestro instinto de responder.

Nos pide una medida de amor más alta.  Pero, como nos recuerda Jesús, no hay que dudar: la misericordia es el único camino de la sabiduría pues la medida que uséis con los otros, la usarán con vosotros.

Lecturas del  día

Libro de Daniel 9,4b-10

¡Ah, Señor, Dios, el Grande, el Temible, el que mantiene la alianza y la fidelidad con aquellos que lo aman y observan sus mandamientos! Nosotros hemos pecado, hemos faltado, hemos hecho el mal, nos hemos rebelado y nos hemos apartado de tus mandamientos y tus preceptos. No hemos escuchado a tus servidores los profetas, que hablaron en tu Nombre a nuestros reyes, a nuestros jefes, a nuestros padres y a todo el pueblo del país. ¡A ti, Señor, la justicia!

A nosotros, en cambio, la vergüenza reflejada en el rostro, como les sucede en este día a los hombres de Judá, a los habitantes de Jerusalén y a todo Israel, a los que están cerca y a los que están lejos, en todos los países adonde tú los expulsaste, a causa de la infidelidad que cometieron contra ti.

¡A nosotros, Señor, la vergüenza reflejada en el rostro, y también a nuestros reyes, a nuestros jefes y a nuestros padres, porque hemos pecado contra ti! ¡Al Señor, nuestro Dios, la misericordia y el perdón, porque nos hemos rebelado contra él! Nosotros no hemos escuchado la voz del Señor, nuestro Dios, para seguir sus leyes, que él puso delante de nosotros por medio de sus servidores los profetas.

Salmo 79(78),8.9.11.13

No recuerdes para nuestro mal
las culpas de otros tiempos;
compadécete pronto de nosotros,
porque estamos totalmente abatidos.

Ayúdanos, Dios salvador nuestro,
por el honor de tu Nombre;
líbranos y perdona nuestros pecados,
a causa de tu Nombre.

Llegue hasta tu presencia el lamento de los cautivos,
preserva con tu brazo poderoso
a los que están condenados a muerte.
Y nosotros, que somos tu pueblo

y las ovejas de tu rebaño,
te daremos gracias para siempre,
y cantaremos tus alabanzas
por todas las generaciones.

Sermón de san Antonio de Padua (1195-1231)    La triple misericordia

“Sean misericordiosos como su Padre es misericordioso” (Lc 6,36). Lo mismo que es triple la misericordia del Padre celeste hacia ti, tu misericordia hacia tu prójimo debe ser triple. La misericordia del Padre es buena, inmensa y preciosa. “¡Qué hermosa es la misericordia en el momento de la aflicción, como las nubes de lluvia en tiempo de sequía!”(Sir 35,24), dice Ben Sirac.

En el tiempo de la prueba, cuando el espíritu se entristece debido a los pecados, Dios infunde la lluvia de la gracia. Ella es frescura para el alma y remisión de los pecados. La gracia es inmensa: se extiende en las buenas obras a lo largo del tiempo. Ella es riquísima en las alegrías de vida eterna. Dice Isaías: “Recordaré los favores del Señor, alabaré sus proezas por todo el bien que él nos hizo en su gran bondad hacia la familia de Israel, y por todo el bien que nos hizo en su compasión y en la abundancia de su misericordia” (Is 63,7).

Tu misericordia hacia tu prójimo debe poseer estas tres cualidades: si ha pecado contra ti, perdónalo; si se separó del camino de la verdad, instrúyelo; si tiene sed, abrévalo. Por la fe y la misericordia, los pecados son purificados (cf. Prov 15).

“Sepan que el que hace volver a un pecador de su mal camino salvará su vida de la muerte y obtendrá el perdón de numerosos pecados” (Sant 5,20), recuerda Santiago. Canta el salmista: “Feliz el que se ocupa del débil y del pobre” (Sal 40,2).

 

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