Jesús dijo a sus discípulos Permanezcan en mi amor

Jesús dijo a sus discípulos Permanezcan en mi amor

Evangelio según San Juan 15,9-11

Jesús dijo a sus discípulos: «Como el Padre me amó, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo cumplí los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto.»

Comentario del Evangelio

Permanecer en el amor de Jesús. Habitar en la corriente del amor de Dios, tomar demora estable, es la condición para hacer que nuestro amor no pierda por el camino su ardor y su audacia. También nosotros, como Jesús y en Él, debemos acoger con gratitud el amor que viene del Padre y permanecer en este amor, tratando de no separarnos con el egoísmo y el pecado. Es una tarea ardua pero no imposible.  El amor se realiza en la vida de cada día, en las actitudes, en las acciones. De otra manera es solamente algo ilusorio y sólo son palabras. Eso no es el amor. El amor es concreto, cada día. Jesús nos pide cumplir sus mandamientos, que se resumen en esto: «que os améis los unos a los otros como yo os he amado» (papa Francisco)

Lecturas del día

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 15, 7-21

En aquellos días, después de una fuerte discusión, se levantó Pedro y dijo a los apóstoles y a los presbíteros: «Hermanos, vosotros sabéis que, desde los primeros días, Dios me escogió entre vosotros para que los gentiles oyeran de mi boca la palabra del Evangelio, y creyeran. Y Dios, que penetra los corazones, ha dado testimonio a favor de ellos dándoles el Espíritu Santo igual que a nosotros. No hizo distinción entre ellos y nosotros, pues ha purificado sus corazones con la fe. ¿Por qué, pues ahora intentáis tentar a Dios, queriendo poner sobre el cuello de esos discípulos un yugo que ni nosotros ni nuestros padres hemos podido soportar? No; creemos que lo mismo ellos que nosotros nos salvamos por la gracia del Señor Jesús».

Toda la asamblea hizo silencio para escuchar a Bernabé y Pablo, que les contaron los signos y prodigios que Dios había hecho por medio de ellos entre los gentiles. Cuando terminaron, Santiago tomó la palabra y dijo:

«Escuchadme, hermanos: Simón ha contado como Dios por primer vez se ha dignado escoger para su nombre un pueblo de entre los gentiles. Con esto concuerdan las palabras de los profetas, como está escrito:

“Después de esto volveré y levantaré de nuevo la choza caída de David; levantaré sus ruinas y la pondré en pie, para que los demás hombres busquen al Señor, y todos los gentiles sobre los que ha sido invocado mi nombre: lo dice el Señor, el que hace esto sea conocido desde antiguo”.

Por eso, a mi parecer, no hay que molestar a los gentiles que se convierten a Dios; basta escribirles que se abstengan de la contaminación de los ídolos, de las uniones ilegítimas, de animales estrangulados y de la sangre. Porque desde tiempos antiguos Moisés tiene en cada ciudad quienes lo predican, ya que es leído cada sábado en las sinagogas».

Sal 95, 1-2a. 2b-3. 10

Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre.

Proclamad día tras día su victoria.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones.

Decid a los pueblos: «El Señor es rey,
él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente»

Reflexión del Evangelio de hoy    Una llamada a la apertura

La asamblea que se reunió en Jerusalén, nos muestra la imagen de una comunidad capaz de escuchar, de valorar pros y contras, de saber reconocer los pasos de apertura que el Espíritu les está inspirando, aunque fueran incómodos, por la formación cultural y religiosa recibida.

También nosotros, ante los conflictos que van surgiendo en la sociedad actual, debemos imitar este talante dialogador: Sólo así sabremos discernir con seriedad y a la vez con apertura los diversos movimientos que van surgiendo en la Iglesia. Podremos ver sus valores, además de sus inconvenientes. Y luego, guiados por el Espíritu y de la experiencia de los demás, lo que Dios quiere en cada momento: seríamos una comunidad más cristiana, más del Espíritu.

La democracia es antes una actitud personal que un sistema político. Una actitud más tolerante nos ayuda no sólo a ser mejores ciudadanos, sino también mejores cristianos, porque el punto de re­ferencia no deben ser nuestras convicciones, sino la voluntad de Cristo y su Espíritu.

Permaneced en mi amor

Para Jesús, tres realidades son inseparables: los mandamientos, el amor y la alegría. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor.Jesús dice esto desde su propia experiencia. Él también guardó los mandamientos de su Padre y así permaneció en su amor.

El Padre quería que Jesús nos acompañara en todo momento, incluso en la muerte, y Jesús, porque amaba al Padre y nos amaba a nosotros obedeció, muriendo con nosotros y como nosotros. Y en este amor encontró la fuente segura de su alegría: llenándose cada día del amor del Padre y poniéndose al servicio de las personas que se acercaban a Él.

Los mandamientos del Padre y de Jesús no son arbitrarios. Guardarlos es para nosotros lo mejor. Por ese camino nuestra vida avanza segura y se enriquece. Muy en particular, observando el gran mandamiento del Señor: Éste es mi mandamiento que os améis unos a otros como yo os he amado.

Pidámosle encontrar nuestra alegría, también nosotros, en el servicio y el amor.

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