Evangelio según san Marcos 6,30-34
En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Él les dijo:
«Venid vosotros a solas a un lugar desierto a descansar un poco».
Porque eran tantos los que iban y venían, que no encontraban tiempo ni para comer. Se fueron en barca a solas a un lugar desierto.
Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y se compadeció de ella, porque andaban como ovejas que no tienen pastor; y se puso a enseñarles muchas cosas.
Comentario
“No os olvidéis de hacer el bien y de ayudaros mutuamente”
Estos versículos de la carta a los hebreos nos invitan a la coherencia, la fidelidad, a vivir en primer lugar con la dignidad que conlleva nuestra realidad de seres humanos, el ser humano es fiel a su misión cuando es capaz de hacer el bien, “no os olvidéis de hacer el bien”, sin arbitrariedades, ni envidias, ni rivalidades, sin abusos de poder.
Por eso el poderoso no es el que tiene poder por su cargo, posición social o política, el verdadero poder está en actuar y vivir, de acuerdo a la dignidad de nuestra condición humana, con mayor razón quienes nos llamamos cristianos; el poderoso es el que por encima de la injusticia y el dolor de la opresión , sigue trabajando y luchando por la paz y la libertad, fundamentada en el amor de Cristo que nos amó hasta el extremo; como fruto de unos labios que profesan su nombre, él nos pondrá a punto en todo para cumplir su voluntad, que siempre tendrá como fin el encuentro definitivo con El, desde el amor y la reconciliación con quienes compartimos la historia, solo así la paz podrá sellarse como un distintivo de los/as que buscamos ser fieles a Jesús.
“Volvieron a reunirse con Jesús”
En este relato del evangelio, es fundamental el primer verbo que encontramos “volvieron a reunirse con Jesús”, cabría preguntarse ¿por qué volvieron? Mas allá de que volvieran a contarle al amigo y maestro lo bien que les había resultado su predicación, volvieron porque eran conscientes de que la fuerza les venía de la confianza en Jesús.
Volver no es retroceder sino avanzar desde el punto central de nuestra historia, que para un cristiano siempre será Jesús. Estamos llamados a volver a Él, como los polos de un imán que se atraen irresistiblemente, necesitamos desde el ajetreo diario, volver desde lo profundo del corazón hacia Él y hablarle de nuestras heridas, de nuestras esperanzas, nuestros miedos, porque volver no es mirar atrás sino entender que, en el camino de nuestra vida, “Alguien confió en nosotros” y nos espera hasta la eternidad para que nos gocemos en El.
Jesús invita a los apóstoles a un lugar tranquilo “como el Amigo que se goza con la alegría del amigo”. Volver es entender que su presencia nos acompaña siempre, porque El siempre está, como dice el Papa Francisco en la exhortación sobre el llamado a la santidad en el mundo actual nº 42:
“Él está misteriosamente en la vida de toda persona, está en la vida de cada uno como él quiere, y no podemos negarlo con nuestras supuestas certezas. Aun cuando la existencia de alguien haya sido un desastre, aun cuando lo veamos destruido por los vicios o las adicciones, Dios está en su vida”.
Desembarcar y encontrarse con ese gentío, ¡qué gran sorpresa! Es imposible volverse al Señor y no descubrir la sed y el hambre que tiene el ser humano de amor y compasión. Estamos invitados a ver la historia desde esa vuelta continua al Señor, solo entonces la historia será historia de salvación. Volver al Señor nos hace sentir vivos y útiles, no desde la grandeza sino desde la entrega y la generosidad.
Lecturas del día
Lectura de la carta Hebreos 13,15-17.20-21
Hermanos:
Por medio de Jesús, ofrezcamos continuamente a Dios un sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de unos labios que confiesan su nombre. No os olvidéis de hacer el bien y de ayudaros mutuamente; esos son los sacrificios que agradan a Dios. Obedeced y someteos a vuestros guías, pues ellos se desvelan por vuestro bien, sabiéndose responsables; así lo harán con alegría y sin lamentarse, cosa que no os aprovecharía.
Que el Dios de la paz, que hizo retornar de entre los muertos al gran pastor de las ovejas, Jesús Señor nuestro, en virtud de la sangre de la alianza eterna, os confirme en todo bien para que cumpláis su voluntad, realizando en nosotros lo que es de su agrado por medio de Jesucristo.
A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 22
R/. El Señor es mi pastor, nada me falta
El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas. R/.
Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R/.
Preparas una mesa ante mi,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. R/.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. R/.