Vivo bajo la acción del Espíritu Santo?

Vivo bajo la acción del Espíritu Santo?

Evangelio segun san Juan cap 12,15

Todavía tengo muchas cosas que decirles, pero ustedes no las pueden comprender ahora. Cuando venga el Espíritu de la Verdad, él los introducirá en toda la verdad, porque no hablará por sí mismo, sino que dirá lo que ha oído y les anunciará lo que irá sucediendo. El me glorificará, porque recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes. Todo lo que es del Padre es mío. Por eso les digo: ‘Recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes’.”

Comentario del Evangelio

El evangelista Juan recuerda con ternura esas largas conversaciones con Jesús al despedirse de los discípulos en Jerusalén. Él, que ha estado todos los días de su vida pública hablando a sus discípulos de amor, servicio y compasión. Les anuncia con esperanza que su Espíritu los guiará a la verdad, es decir, su llegada llenará de contenido todo el mensaje y la vida de los cristianos comenzará a estar completa. Porque pasó antes y también a nosotros nos pasa que cada uno, entendemos lo que queremos entender y, muchas veces, nos fabricamos el contenido de cada uno de los conceptos con mayor o menor aproximación a la verdad, pero sin contenerla. El Espíritu Santo nos guía hacia la verdad.

Cuando nos acercamos a la Palabra de Dios, pidamos siempre al Espíritu Santo que nos asista, para que nos ilumine la mente y podamos captar el sentido más hondo y existencial del mensaje.Hoy nos preguntamos:

¿He experimentado alguna vez la luz y la fuerza del Espíritu Santo?

¿Creo que el Espíritu Santo actúa en mi vida?

¿Quien es el Espíritu Santo para mi?

Lecturas del día

Libro de los Hechos de los Apóstoles 17,15.22-34.18,1

Los que acompañaban a Pablo lo condujeron hasta Atenas, y luego volvieron con la orden de que Silas y Timoteo se reunieran con él lo más pronto posible. Pablo, de pie, en medio del Aréopago, dijo:

Atenienses, veo que ustedes son, desde todo punto de vista, los más religiosos de todos los hombres. En efecto, mientras me paseaba mirando los monumentos sagrados que ustedes tienen, encontré entre otras cosas un altar con esta inscripción: ‘Al dios desconocido’. Ahora, yo vengo a anunciarles eso que ustedes adoran sin conocer. El Dios que ha hecho el mundo y todo lo que hay en él no habita en templos hechos por manos de hombre, porque es el Señor del cielo y de la tierra. Tampoco puede ser servido por manos humanas como si tuviera necesidad de algo, ya que él da a todos la vida, el aliento y todas las cosas. El hizo salir de un solo principio a todo el género humano para que habite sobre toda la tierra, y señaló de antemano a cada pueblo sus épocas y sus fronteras, para que ellos busquen a Dios, aunque sea a tientas, y puedan encontrarlo. Porque en realidad, él no está lejos de cada uno de nosotros.

En efecto, en él vivimos, nos movemos y existimos, como muy bien lo dijeron algunos poetas de ustedes: ‘Nosotros somos también de su raza’. Y si nosotros somos de la raza de Dios, no debemos creer que la divinidad es semejante al oro, la plata o la piedra, trabajados por el arte y el genio del hombre.

Pero ha llegado el momento en que Dios, pasando por alto el tiempo de la ignorancia, manda a todos los hombres, en todas partes, que se arrepientan. Porque él ha establecido un día para juzgar al universo con justicia, por medio de un Hombre que él ha destinado y acreditado delante de todos, haciéndolo resucitar de entre los muertos”. Al oír las palabras “resurrección de los muertos”, unos se burlaban y otros decían: “Otro día te oiremos hablar sobre esto”.

Así fue cómo Pablo se alejó de ellos. Sin embargo, algunos lo siguieron y abrazaron la fe. Entre ellos, estaban Dionisio el Areopagita, una mujer llamada Dámaris y algunos otros. Después de esto, Pablo dejó Atenas y fue a Corinto.

Salmo 148(147),1-2.11-12ab.12c-14a.14bcd

Alaben al Señor desde el cielo,
alábenlo en las alturas;
alábenlo, todos sus ángeles,
alábenlo, todos sus ejércitos.

Los reyes de la tierra y todas las naciones,
los príncipes y los gobernantes de la tierra;
los ancianos,
los jóvenes
y los niños.

Alaben el nombre del Señor.
Porque sólo su Nombre es sublime;
su majestad está sobre el cielo y la tierra,
y él exalta la fuerza de su pueblo.

¡A él, la alabanza de todos sus fieles,
y de Israel, el pueblo de sus amigos!
¡Aleluya!

Catequesis de san Cirilo de Jerusalén (313-350)  “El Espíritu de la Verdad los introducirá en toda la verdad” (Jn 16,13)

Acerca del “espíritu” muchas cosas están escritas en las divinas Escrituras. A veces la ignorancia lleva a confusiones porque no se sabe bien de qué “espíritu” se trata en el texto de la Escritura. Por eso es bueno profundizar el conocimiento para saber de qué espíritu la Escritura afirma que es el Santo. (…) Muchas cosas son denominadas “espíritu”. El ángel es llamado espíritu, también nuestra alma, el viento que sopla, una gran virtud, (…) Mismo el demonio nuestro adversario es llamado espíritu. En presencia de las diversas acepciones, ten cuidado de no tomar una acepción por otra, a causa de la homonimia.

La Escritura dice de nuestra alma: “El hombre es semejante a un soplo [espíritu], y sus días son como una sombre fugaz” (Sal 144,4) y también “formó el espíritu del hombre en su interior” (Za 12,1). En cuanto al viento [espíritu]: “como cuando el viento del desierto destroza las naves de Tarsis” (Sal 48,8) y “como se estremecen por el viento los árboles del bosque” (Is 7,2) y “el rayo, el granizo, la nieve, la bruma, y el viento huracanado que obedece a sus órdenes” (Sal 148,8).

El Señor nos ofrece la buena enseñanza: “El Espíritu es el que da Vida, la carne de nada sirve. Las palabras que les dije son Espíritu y Vida” (Jn 6,63). Es decir, de naturaleza espiritual. El Santo Espíritu no habla con una lengua humana propia sino que nos acuerda hablar con sabiduría. Entonces, él mismo habla y asiste.

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